A este lado del Atlántico, haciendo gala de nuestra supuesta superioridad moral e intelectual sobre los estadounidenses que denota, en muchos casos, ignorancia y complejo de inferioridad, solemos criticar la concepción que en aquel país se tiene del deporte como un negocio y un espectáculo. Curiosamente pensamos que dichos conceptos son incompatibles, como si de dos mundos opuestos se tratara, cuando en realidad deben ir de la mano. Quizá es debido a nuestra incapacidad para hacer que así sea. No nos damos cuenta de que gracias a dicha visión es posible que una liga como la NBA sea considerada la mejor del mundo, se paguen los sueldos más altos y, por tanto, disfrute de los mejores jugadores.
Todo esto viene a cuento de las reacciones que por estos lares he podido escuchar y leer sobre la multa con la que el comisionado de la NBA, el ínclito David Stern, sancionó la no convocatoria por parte de Greg Popovich de sus estrellas en el partido contra Miami. La decisión del entrenador de los Spurs, esto debe quedar claro, fue más allá de la gestión deportiva de un equipo. Si la motivación hubiera sido exclusivamente esa habría ido con todos los jugadores aunque hubiera reservado a las estrellas haciéndolas jugar pocos minutos. El hecho de mandarlos para casa fue un claro desafío a Stern y una crítica a un calendario atroz, sobre todo para un equipo veterano como el tejano.
Negocio y deporte deben ir de la mano |