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14 de diciembre de 2012

Vendamos nuestra pasión, esto es baloncesto

Llevo muchos años oyendo hablar, prácticamente desde que se impuso el sistema de competición actual, de la poca importancia, para algunos casi ninguna, que tiene la liga regular de baloncesto. Incluso hablan de eliminar los play off, esencia de este deporte, a imagen y semejanza de la liga de futbol. Hasta hace un tiempo ese mantra lo mantenían principalmente los futboleros, periodistas o aficionados, para menospreciar nuestro deporte. Pero lo que más me preocupa es que la idea parece haber calado también en aficionados, periodistas e incluso profesionales del baloncesto. Y si tú no defiendes lo que amas ¿quién lo va a hacer?


La Liga Regular determina el infierno o la gloria para los modestos

Más allá de opiniones o gustos personales es absurdo decir que la ligar regular no vale para nada. Por un lado encontramos a aquellos que, cada final de temporada, descienden de categoría. Díganle al Fuenlabrada, Cajasol, Lagun Aro o Manresa que lo que llevamos de temporada regular no tiene importancia. Con sólo once jornadas disputadas los partidos que les quedan se antojan ya a vida o muerte.

La primera fase de la liga regular determina también quien disputará la Copa del Rey, dotando de un aliciente extra a la primera mitad de la liga. Para los equipos grandes es ya un fracaso no clasificarse y para los pequeños la oportunidad de adquirir relevancia y, por qué no, luchar por un título. Que le cuenten al Unicaja, que en la temporada 2010-2011 se quedó fuera de la disputa de la copa, o al Real Madrid que en la 2005-2006 quedó noveno en la primera vuelta y solo su condición de anfitrión, en perjuicio de un más que merecedor Fuenlabrada, le permitió disputar uno de los torneos con más interés de la temporada.

Hay muy pocos equipos, a final de temporada, que no estén inmersos en eludir el descenso o alcanzar la fase definitiva. Raro es el equipo que, en la última jornada, está en tierra de nadie. Aún así, argumentarán los críticos, da igual quedar primero, segundo u octavo. Sin embargo, los aficionados a esto sabemos que la posición en que llegues al play off sí es importante. Conocemos la dificultad de asaltar el título con el factor cancha en contra en todas las eliminatorias. Desde el año 1983 que se implantó el sistema, sólo el TDK Manresa ha conseguido ganar la liga no siendo cabeza de serie. Pregúntenle a Laso, por ejemplo, si no hubiera preferido jugar tres partidos en casa en la final del año pasado. Aquellos partidos “sin importancia” que perdió el Madrid contra rivales teóricamente inferiores pudieron determinar el triunfo final.

Las ocho derrotas del Madrid marcaron la final de liga contra el Barça con el factor cancha en contra
Esto enlaza también con la afirmación, oída mil veces a periodistas, jugadores o entrenadores, de que cuando hay que estar en forma es a partir de febrero que es cuando se juegan los títulos. ¿Y hasta ahí como llegamos? ¿Acaso el partido del Caja Laboral contra el Cedevita no es una final? ¿De qué te sirve estar en forma en el momento final de la temporada si no has hecho antes los deberes? Toda la vida oyendo a mis profesores decir que hay que estudiar día a día y ahora me vienen con que solo interesan los exámenes finales.

Como aficionado al baloncesto cualquier partido, si juegan los mejores, me parece de interés, como cualquier partido o evento interesa a los aficionados de cada deporte. A los detractores de este sistema de competición parece resultarles de total interés una liga de fútbol en la que, casi todos los años, a falta de varias jornadas ya se sabe el ganador y, durante gran parte del campeonato, las opciones se reducen a sólo dos de los competidores. Sin embargo no es interesante una competición en la que se decide el campeón en los últimos minutos, e incluso en los últimos segundos, del último partido de la temporada.

¿Qué hay más emocionante que un deporte que se decide en el último segundo del último partido de la temporada?


¿Porque lo vendemos tan mal? Aficionados, medios, jugadores y entrenadores deberíamos cumplir una función pedagógica y promocional. No podemos seguir tirando piedras contra nuestro propio tejado, un tejado frágil de por sí que amenaza con derrumbarse. Sin embargo solo oigo coros de plañideras llorando porque los mejores están en la NBA, tenemos una liga low cost, las consecuencias de la crisis económica o la liga bipolar. Aprendamos de otros deportes en que la más mínima incidencia parece trascendental o cualquier partido es la madre de las batallas. Dejemos de mirarnos al ombligo y abrámonos al mundo. Si alguien no entiende ni disfruta un deporte no va a empezar a hacerlo porque cambien el sistema de competición o unas reglas que apenas conoce pero sí puede hacerlo atraído por la pasión que sentimos aquellos que lo amamos.




Artículo publicado en la web encancha.com



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