Google+

28 de diciembre de 2012

Negocio y deporte deben ir de la mano

A este lado del Atlántico, haciendo gala de nuestra supuesta superioridad moral e intelectual sobre los estadounidenses que denota, en muchos casos, ignorancia y complejo de inferioridad, solemos criticar la concepción que en aquel país se tiene del deporte como un negocio y un espectáculo. Curiosamente pensamos que dichos conceptos son incompatibles, como si de dos mundos opuestos se tratara, cuando en realidad deben ir de la mano. Quizá es debido a nuestra incapacidad para hacer que así sea. No nos damos cuenta de que gracias a dicha visión es posible que una liga como la NBA sea considerada la mejor del mundo, se paguen los sueldos más altos y, por tanto, disfrute de los mejores jugadores. 

Todo esto viene a cuento de las reacciones que por estos lares he podido escuchar y leer sobre la multa con la que el comisionado de la NBA, el ínclito David Stern, sancionó la no convocatoria por parte de Greg Popovich de sus estrellas en el partido contra Miami. La decisión del entrenador de los Spurs, esto debe quedar claro, fue más allá de la gestión deportiva de un equipo. Si la motivación hubiera sido exclusivamente esa habría ido con todos los jugadores aunque hubiera reservado a las estrellas haciéndolas jugar pocos minutos. El hecho de mandarlos para casa fue un claro desafío a Stern y una crítica a un calendario atroz, sobre todo para un equipo veterano como el tejano. 


Negocio y deporte deben ir de la mano
Desde nuestra óptica europea es impensable que se castigue a un entrenador por las rotaciones o el manejo de su plantilla. Pero en algo tiene razón Stern: si los anunciantes, las televisiones y los asistentes a un partido han pagado un dinero, o mejor dicho un dineral, por ver a Ginobili, Parker o Duncan, tienen todo el derecho a quejarse si estos ni siquiera están en el banquillo. A mi, personalmente, sí me parece una vergüenza que un aficionado del Alcoyano pague un pastón por ver jugar a su equipo contra el Real Madrid en Copa del Rey, por ejemplo, para luego encontrarse a medio equipo filial de este. Una estafa, vamos. En Estados Unidos, donde todo es susceptible de ser demandado ante los tribunales, no me extrañaría que alguien alegara publicidad engañosa ante un partido publicitado con las imágenes de unas estrellas que ni siquiera han estado en el pabellón. 

¿No sería publicidad engañosa la promoción de un partido con las imágenes de unos jugadores que ni siquieran estarán presentes?
Igualmente desde nuestra óptica, digamos mediterránea, es impensable que las superestrellas del deporte jueguen más partidos estos días, festivos incluidos, concitando así más espectadores frente al televisor aprovechando las vacaciones navideñas tradicionalmente hogareñas. No se si se habrán dado cuenta, pero esta mañana todos los informativos radiofónicos abrían su sección de deportes con los primeros partidos del Top 16 de la Euroliga. ¿lo habré soñado? No, es que no hay fútbol. Es más, el locutor así lo ha atestiguado, “a falta de fútbol, Euroliga”, ha dicho ni corto ni perezoso. No se molestan ni en disimular, si no hay otra cosa, le ha faltado decir, hablaremos de la pelota gorda, con algo habrá que rellenar el tiempo. A lo que iba, la ACB lleva un tiempo programando un Madrid-Barça por estas fechas, pero aún podría ir más allá y aprovechar el parón futbolístico imitando el calendario NBA, para que de verdad fueran unas Navidades de Basket.

A este respecto parece que Bertomeu, aunque sea poco a poco y enfrentándose a furibundas críticas, sí ha entendido que sin espectáculo no será posible la supervivencia de este deporte. Es por esto que está intentando fomentar el baloncesto en ciudades con poca tradición como Londrés, asumiendo que además de un buen equipo es necesario un mercado grande donde amortizar este. No nos engañemos, es muy romántico ver a un conjunto de una ciudad pequeña luchando con los grandes, pero no puedes vender igual las excelencias de una liga con equipos en Chalon o Bamberg que en Londres, París, Berlín o Roma. Eso sí, sin olvidar las virtudes deportivas, de nada serviría tener equipos en estas ciudades si no son un mínimo competitivos. De ahí la importancia que para Bertomeu tiene una liga cerrada, al estilo NBA, que dote de ingresos, estabilidad y atractivo a largo plazo a los equipos participantes.

El sueño de Bertomeu es que el Baloncesto arraigue en pabellones como el O2 Arena de Londres
En definitiva, tenemos que darnos cuenta, de una vez por todas, de que sin espectáculo no hay negocio y sin este no hay deporte que se sostenga. Debemos olvidar el concepto de equipos sostenidos con fondos públicos que llenan pabellones de ciudades pequeñas pero dejan vacíos los sofás frente a los televisores. O damos un vuelco al deporte en forma de promoción, espectáculo y patrocinios como el iniciado con Endesa o acabaremos diluidos en el recuerdo de tiempos mejores. Necesitamos un espejo en el que mirarnos y no hay ninguno mejor que el que sostiene Stern más allá del Atlántico.



Entrada publicada en Tirando a Fallar



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Anímate a comentar, es gratis y cuantos más aportemos mejor.